Los días del desierto
Cuando lees acerca de los cuarenta días de Jesús en el desierto, es imposible no preguntarse por qué pasar tanto tiempo a solas y siendo tentado constantemente por el enemigo, ¿Cuál podría ser el propósito en esto?
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. 5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti,
y,
En sus manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra.
7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. 8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. 11 El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
Mateo 4:1-11 RVR60
Bueno, esa pregunta tiene una respuesta simple: CRECER.
Si, y es que Jesús, durante esos cuarenta días en el desierto se dedicó de lleno a hacer dos cosas importantes: ayuno y estar en comunión con el Padre.
Pero, justo antes de llegar al desierto, sucede el bautismo de Jesús, uno de los acontecimientos más impresionantes de la historia que la humanidad haya vivido.
13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Mateo 3:13-17 RVR60
Jesús, ahora lleno con el Espíritu Santo, confirma así, el inicio de su ministerio y su dependencia absoluta con el Padre y su voluntad.
Muchos de nosotros, al comenzar la vida cristiana, quisiéramos ver de inmediato las bendiciones, privilegios e incluso que nuestras Palabras tengan el Poder de Dios para ver sanidad, restauración y grandes milagros.
Bueno, Jesús nos enseña que primero, debemos fortalecer nuestra dependencia en Aquel que nos ha llamado, y con esto, te doy la bienvenido al desierto.
Mis primero meses en el camino
Después de haber entrado por primera vez a la iglesia, y de haberme encontrado con la hermosa y poderosa Palabra de Dios, las cosas no se volvieron sencillas.
Antes de ese día, había tomado una cantidad innumerable de decisiones desastrosas, dentro de ellas, el abandono de mi primer familia en la que mi hija Tiana se quedaría sola con su mamá.
En el momento del divorcio, se firmaron los acuerdos, dentro de los que se establecía que daría una pensión alimenticia mensual a mi hija, de la cual con mucha confianza firmé, sin pensar que mi 2014 sería diferente.
Así que, meses antes de conocer a mi Señor, yo había quedado en la ruina y mi mamá me comenzó a ayudar para el sustento de mi recién nacida hija con un depósito de doscientos pesos semanales.
Entonces, cuando por fin el Señor llegó a mi vida, un día después, mis papás deciden quitarme la pensión y me piden volver a mi tierra natal para buscar trabajo. No te imaginas lo difícil que fue saber que ya no estaría cerca del lugar donde ahora mi vida tenía esperanza.
A los veinte días, logro volver a casa con mi ahora esposa y mi hija de seis meses y no más de una semana después, me llega una notificación del juzgado de lo familiar, con una demanda por no cumplir a mi compromiso por más de 5 meses seguidos. No te miento al decir que lo primero que pasó por mi mente fue, ¿Por qué justo ahora que me siento tan feliz de conocer a Dios?
La escritura nos dice que vamos a llegar a la estatura del varón perfecto, pero eso, lleva un proceso.
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Efesios 4:13 RVR60
Usa la Palabra de Poder
La dependencia en el Padre, Jesús llevó a la práctica y a través de su obediencia y dependencia nos enseña la manera correcta de atravesar el desierto. Cada que leemos lo que Jesús hacía, fuera de los milagros y las Palabras de verdad que dejaba a su paso, era su tiempo con Papá en oración. Él te entiende en tus debilidades, y sabe que sufres diferentes luchas.
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:14-16 RVR60
Mi lucha en medio del desierto
Agradezco a mi Pastor Román, quien me dio la oportunidad de comenzar a ser parte del grupo de adoradores de la iglesia, y aunque mi voz no era nada agradable de escuchar, fue un tiempo que me permitió fortalecerme en mi tiempo con Dios.
También, en los primeros meses, me enteré que habría un esgrima bíblico y, aunque eran solo jóvenes los que estaban participando, me integré al grupo de estudio donde el libro a leer era Hechos. Alabo el nombre del Señor porque, al leer ese libro, pude conocer personajes que impactarían mi vida de una forma única: Saulo de Tarso y Esteban.
Todo a su tiempo
Definitivamente no me queda duda alguna que es el amor la razón y el motivo de nuestro llamado. Dios en medio de nuestra vida perdida nos llamó para vivir diferentes a como el mundo vive. Y fue por amor, no por lo que hacíamos, sino porque Él lo quiso.
17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Efesios 4:17-24 RVR60
La resistencia a la que quiero llevarte es que por más cosas que el enemigo ponga en tu vida, no permitas que sus sugerencias te hagan tomar decisiones.
Resiste, no dejes que esa vida nueva se vea contaminada de envidias, falta de perdón, odio, orgullo, enojo por quienes te hacen daño, no. Eso es lo que el enemigo quiere que hagas, pero tú, continúa día a día dando pasos hacia la dirección que Dios ya trazó para tu vida.
Mis ojos en Jesús
No es posible llamarnos cristianos si no conocemos a aquel que nos dio ese nombre: Jesús. Mi mirada debe estar constantemente puesta en su andar, en su manera de hablar, de caminar de responder de vivir.
Y es que el enemigo que tenemos que enfrentar en este camino, aún derrotado, desde su prisión, nos grita de cosas para que sus palabras nos hagan tomar caminos equivocados. Mas mi mirada debe estar puesta en el autor de mi fe.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:1-2 RVR60
El primero año valió toda la pena
Hoy doy gracias a Dios por el Jesús Alejandro de ese primer año de fe. Ese que se develaba leyendo la Biblia y oraba con la ventana abierta mientras mi ahora esposa y mi hija dormían profundamente en un cuarto de diez metros cuadrados.
Agradezco que a pesar de las luchas que viví, no dejé de servir, de alabar y de enseñar lo que iba aprendiendo de la Palabra, como bien lo enseñó nuestro Señor: “…primero el reino de los cielos” – Mateo 6:33.
La lucha no fue fácil, aquella demanda que tenía se intensificó con el tiempo. Desde el mes de febrero me había dedicado a echar a andar mi proyecto de energía solar, y aunque después de muchos presupuestos hechos, no lograba concretar una sola venta.
Entré a trabajar como servidor público a finales de marzo, y por fin pude comenzar a mandar manutención (aunque incompleta desde ese momento), pero las cosas se pusieron peores con la demanda y llegando al mes de julio, me propusieron como garantía firmar un pagaré para saldar la deuda.
Resiste
Hoy te puedo decir en medio de tu desierto: RESISTE. El enemigo quiere hacerte perder la esperanza, pero también la gracia con la que Dios te sostiene y con la que quiere que alimentes a quienes te rodean.
Esta historia que viví me enseñó mucho de lo que Dios espera de nosotros como testimonio a las personas que nos rodean, no dejándote llevar por las provocaciones del enemigo, sino manteniéndote firme en la esperanza, pero también firme en el amor por tu prójimo. De nuevo te lo repito: RESITE.
La voluntad de Dios es tu insignia y tu inspiración para terminar la carrera, la Escritura nos deja ver el deseo de Dios de depender absolutamente de Él y resistir a todo lo demás, principalmente al enemigo.
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. 10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Santiago 4:7-10 RVR60
Más vale un “mal trato” que un buen pleito
Cuando llegó la propuesta del pagaré, me acerqué a mis hermanos que estaban más fuertes en la fe y que durante todo ese tiempo cuidaban de mí para no caer.
La respuesta que recibí de cada uno fue bonita, fue de amor por mi persona, pero no me dejaba en paz, incluso pregunté con un amigo abogado y su respuesta fue: “no firmes”. Según entendí, al firmar un pagaré, pasaba mi problema familiar a un problema comercial, y aunque no entiendo mucho aún qué significaba, sé que era peor.
Decidí llamar a mi papá, su respuesta fue tan retadora para mi fe, pero a la vez algo me decía que era justo lo que estaba buscando que me dijeran. Lo trataré de explicar con la mayor brevedad posible a continuación.
Lo primero que me hizo ver es que yo estaba mal al haber dejado de dar manutención, y que ahora que la daba, esta no era completa. Debo mencionar a esto que al dar completo el monto, mi salario restante de ese entonces no me alcanzaría para comer y sostener a una bebé que teníamos en casa. Así que su propuesta fue: “da más, ¿En qué Dios estás creyendo?”.
Lo segundo que me dijo fue, firma el pagaré; mi queja era que tenía miedo de que hicieran algo malo con ese medio de cobro, pero él me recalcó: “cuando firmes, ora a tu Dios y dile que Él es testigo y que cada peso que te comprometes a cubrir y el tiempo que te establezcan, Él te ayude a saldarlo”.
Lo tercero que me dijo y que fue definitivo es que, aunque yo me quejara que fuera injusto lo que vivía, Jesús vivió mayores injusticias, y que la respuesta de nuestro Señor dio ante el trato que le dieron en us último día de vida fue guardar silencio y seguir con el plan que Dios había puesto en su vida. Sus palabras exactas fueron: “¿Fue justo lo que le hicieron a Jesús?, ¿Verdad que no?, dime entonces, ¿Qué hizo Él?”.
Después de colgar el teléfono, tomé mis cosas, me dirigí a la oficina de la mamá de mi hija y pedí me dieran los pagarés a firmar: me dividieron la cuenta en cuatro pagos a lo largo de un año para saldar mi deuda, y mientras lo hacía, mi oración al Padre fue muy sencilla, pero muy sincera: “tú eres testigo de que firmo creyendo que tú harás algo por esta situación”.
Salí de ahí avergonzado en mi carne, pero muy en paz por haber hecho lo que Dios me mandó a través del consejo de mi padre. Comencé a dar una pensión cercana a la que debía dar y en el mes de noviembre, suena mi teléfono, y era uno de los clientes a quienes había entregado presupuesto a lo largo del año, y decía “te escogimos como proveedor de energía solar para una obra, comienzas en diciembre”. El pago de la obra oscilaba aproximadamente veinte veces la deuda que firmé en el pagaré, y a finales de diciembre, saldé en una sola exhibición la cuenta completa.
ALELUYA! Dios es bueno. Corre la carrera de la fe con paciencia y resiste al diablo que quiere verte rendir en el camino que Dios ha puesto para tu vida, un camino que aunque con dificultades, con el Creador del Universo delante de ti siempre.
Amén!