Introducción
El día de hoy quiero hablar con ustedes sobre un mensaje titulado El Dios de Toda Verdad. Este es un tema que he estado pensando durante la semana, no porque haya llegado de la nada, sino porque he notado algo importante: a veces no le creemos a Dios en su totalidad. Nos encanta creer en sus promesas, leerlas y decir "¡Amén!", pero, ¿realmente confiamos en que cada palabra que Él dice se cumplirá? Hoy, reflexionaremos sobre cómo la Palabra de Dios no pasa y cómo podemos vivir confiando completamente en Su fidelidad.
Su Palabra no pasará
La Palabra de Dios es firme y eterna. Jesús mismo lo declaró claramente:
"El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás."
Este versículo nos recuerda que lo que Dios ha hablado permanece para siempre. El paso del tiempo, las circunstancias cambiantes y los eventos del mundo no afectan la verdad que Dios ha declarado. Su Palabra es nuestra roca firme.
Una advertencia cumplida
Por otro lado, Josafat, aunque vistiendo las vestimentas reales, clamó a Dios en medio del peligro y fue rescatado de una situación que parecía fatal. Mientras que todos los enemigos perseguían al rey de Israel, solo Dios pudo salvar a Josafat. Su relación con Dios y su clamor sincero lo salvaron, mostrando que, aunque las advertencias de Dios son claras y severas, Él es fiel a rescatar a los que se vuelven a Él con fe y sinceridad.
"Pero un soldado disparó una flecha al azar y alcanzó al rey de Israel entre las articulaciones de su armadura. ‘¡Sácame de aquí!’ gritó al conductor del carro, ‘¡Estoy gravemente herido!’"
Dios cumple sus advertencias, pero también responde con misericordia a aquellos que claman a Él en verdad. La historia de Josafat nos recuerda que, aunque los desafíos y las batallas sean grandes, la fidelidad a Dios puede traer un rescate increíble cuando dependemos de Él.
Fe activa del creyente
"Cuando le hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple todas las promesas que le hagas. Es mejor no decir nada que hacer promesas y no cumplirlas."
Conclusión
Hoy hemos aprendido que la Palabra de Dios es inmutable, y como sus hijos, debemos vivir conforme a Su verdad. Es fundamental que confiemos plenamente en Su fidelidad, cumplamos nuestras promesas y nunca dejemos de vivir en su luz. Dios es un Dios de toda verdad, y su palabra nunca fallará.